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domingo, 24 de noviembre de 2019


CUENTOS PARA NIÑOS

A veces es difícil encontrar historias que vayan de acuerdo a la edad y necesidades de nuestros niños, ya que, no siempre depende de la extensión de la historia sino más bien del mensaje, por eso a continuación les damos algunas opciones:

El fantasma de la cara verde (5-6 años)
Durante estos años, algunos niños de pronto sienten aparecer nuevos miedos. De pronto tienen miedo a los monstruos, a los fantasmas, a aquello que imaginan en su mente. Ayuda a tus niños a vencer sus miedos enfrentándose a ellos. Mira lo que le pasó al fantasma de la cara verde…
Cara verde era un fantasma de ojos grandes… y la cara muy verde. Y tenía un gran problema: resulta que en realidad era un fantasma muyyy miedoso. Le daba miedo las alturas, las arañas, las luces de la noche y, sobre todo, lo que más miedo le daba eran las personas.
Así que Cara verde lo pasaba fatal cada vez que le mandaban colarse en el cuarto de algún niño. Y es que, en el país de los fantasmas, los fantasmas pequeños hacían prácticas, y de vez en cuando tenían que ir a alguna casa para hacer ruiditos.
Lo normal es que los niños también tuvieran miedo, así que Cara verde solía terminar acurrucado en una esquinita del cuarto mientras los niños se tapaban la cabeza con la sábana.
Y así, mientras que los niños se tapaban la cara y gritaban, Cara verde respiraba tranquilo contando los minutos que quedaban para irse rapidito de allí. 
El encuentro de Cara verde con Carolina
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Pero no contaba Cara Verde con que Carolina no les tenía ningún miedo a los fantasmas. Así que, al verle, soltó una risotada tremenda y Cara verde se puso a temblar. Del susto que se dio al ver a Carolina, Cara verde… ¡se puso morado!

El fantasma se escondió en su santiamén en el armario, y Carolina al ver que se asustaba, le habló muy bajito.
¿Por qué me tienes miedo?
Cara verde salió de su escondite y se puso a llorar.
Como se enteren los demás fantasmas, se reirán de mi- dijo Cara Verde- siempre lo hacen. Y eso es porque no sé asustar.
Carolina se quedó pensando un rato y tuvo una idea genial:
Ya lo sé, fantasmita verde, ven mañana con tus amigos y cuando llegues yo haré como que me asusto.
Y así hicieron. Cara verde regresó al día siguiente con Magnolia, Narizotas, Pies grandes y Dientón.
Carolina tuvo que aguantar la risa al verlos… (realmente eran unos fantasmas muy graciosos).
– Uuuuuuuuuuuuuuh…- dijo Cara verde al llegar a su cuarto.
¡Aaaaaaaah!- gritó Carolina (imitando muy bien a Cara Verde).
El fantasma comenzó a temblar (otra vez le entró miedo), pero Carolina lo arregló diciendo:
¡Ayyy!… que miedo me da eso que haces como si temblaras… ¡aaaaaaah!- gritó de nuevo.
Todos sus amigos le miraron con admiración. Y Cara Verde dejó de temblar. Ya no tenía ni pizca de miedo. Había comprendido que podía ser lo que quisiera (a veces, con un poco de ayuda).
Sus amigos le confesaron que en realidad todos tenían miedo de asustar, pero ninguno lo quería decir delante de los demás.
Carolina por su parte le contó su historia al resto de niños. Y ellos a su vez a los demás, de tal forma que todos sabían que, al ver un fantasma, sólo tenían que hacer como si se asustaran… ¡y listo! (Eso sin contar con que tenían que guardar muy bien su secreto).

El delfín que quería volar (8-9)
A esta edad, los niños aún no son capaces aún de ser pacientes. Quieren las cosas al momento, y les frustra mucho no alcanzar su objetivo al instante. Por eso, conviene que entiendan que la paciencia, el esfuerzo y la perseverancia son necesarios para alcanzar las metas. Este precioso cuento de un delfín que quería tocar el cielo, es un buen ejemplo.
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Delfí  era un delfín joven y muy inquieto que a su corta edad ya conocía hacia el último rincón del mar. Una mañana como es de costumbre Delfín asomó su hocico fuera del mar y tuvo la curiosidad de conocer y tocar el cielo, desde ese día Delfín tenía muchas ganas de volar, así como las gaviotas. 

Delfín cada mañana practicaba sus saltos; a pesar de que sus amigos le decían que los delfines no podían volar, él seguía practicando ignorando los comentarios negativos de sus amigos. Un día Delfín por fin logró hacer saltos muy altos que sentía que podía tocar el cielo, sus saltos eran tan altos que Delfín lograba saludar a las gaviotas, contemplar el sol y competir con los gigantescos barcos que surcaban el mar.
Pronto pudo enseñar a sus amigos. Y desde entonces, el mar está lleno de delfines saltarines, que aprendieron casi casi… a volar.

Los deseos ridículos’ (10-11)
Muchas veces nos dejamos llevar por el deseo de algo que no necesitamos, pero que nos apetece tener. A los niños también les pasa. Tal vez entiendan mejor que no deben dejarse llevar por los caprichos cuando escuchen este divertido cuento.
Había una vez un leñador muy pobre y trabajador, que, a pesar de trabajar durante todo el día, apenas ganaba unas monedas al día para poder comer él y su mujer. Él siempre se quejaba de su pobreza, entonces, el dios Júpiter al escuchar sus lamentos decidió bajar a la Tierra y concederle tres deseos.
Él leñador y su mujer estaban tan emocionados que no sabían que pedir, fue tanta la emoción por los deseos que les estaba concediendo el dios Júpiter que al final del día el leñador imprudente gastó sus tres deseos para continuar siendo el mismo leñador pobre de siempre.
Cuento infantil sobre los caprichos

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